viernes, 18 de septiembre de 2009

ESTOCADA FINAL

Beatriz y Guillermo se conocieron de casualidad en un bar.

Guillermo parecía un pobre hombre solitario y tímido, que despertaba en los demás un sentimiento de protección.

Sin embargo, ésta era su fortaleza y sabía como usarla: parecer siempre una víctima de las circunstancias y  de esa manera poder manejar a todos. Especialmente a las mujeres, a las que torturaba y acosaba sin dar tregua.

Con ella actuó igual. La agredía sin parecer que lo hacía; la manipulaba quedando en aparente desventaja y cuando Beatriz bajaba la guardia, él daba su estocada final, haciéndola sentir una porquería.

Fueron diez meses de desvalorizarla, de culparla de todo y de ser ella la responsable de su angustia y de su depresión.

Dos días atrás, en medio de otra dramatización, a las que Guillermo la tenía acostumbrada,  Beatriz le dijo “basta, hasta aquí llegaste, conmigo no”. Nunca levantó la voz. Todo fue con serenidad, igualito a lo que hacía él, el pobrecito.

Desesperado, apeló a su recurso favorito. Se puso un revólver en la boca y amenazó con matarse. Beatriz que ya había protagonizado otras escenas calcadas a la que estaba viviendo, le dijo, “matate, no me importa”, y él, con la seguridad de haberlo hecho antes y de tener un cargador vacío apretó el gatillo. Ella no dijo "no lo hagas".

Pummmm.

Con una irónica sonrisa pensó que todo se paga en la tierra y ella supo cómo hacerlo.

Calmamente llamó al 911 y contó los hechos.

Los esperaría en la puerta con lágrimas en los ojos, como correspondía a la ocasión. 

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