domingo, 24 de enero de 2010

OLOR DE PORQUERÍA

-¡Susana! ¡¡Volviste!!

-¡Ja! Yo sabía que me ibas a decir esto, Felipe.

-¡Volviste loquita! Vos que dijiste que nunca más ibas a volver…

-¡Ay Felipe! Seguís mamado desde la mañana…

-¿De qué hablás Susi? Hace años que no tomo más que agua y Coca. Claro, vos no lo sabés. Se lo prometí a la virgen. Esto pasó después que te fuiste, cuando nació el Tomás. ¡Hace ya más de veinte años!

-Tontito, a mi no me engañás. Mucha promesa a la virgen, pero te conozco, flaquito, te conozco…

- Estás igual, Susi, algunas patas de gallo, pero igual… ¡Qué linda sorpresa, Susi!

-Y si.. patas de gallo. Eso de que veinte años no es nada sólo lo dice Gardel. ¿La foto del abuelo arriba de la cómoda, sigue ahí?

-¡Obvio!

-Y el diván cama donde duerme Josecito ¿Sigue en la cocina?

-¡Claro! ¿Dónde va a dormir el Josecito, si no?

-Y mamá sigue haciendo los domingos, los tallarines con tuco?

-¡Ja! ¡Mirá si la vieja va a dejar de hacerlos….! ¡No seas  ilusa! Ya le salen medio pegajosos, pero ella insiste …

-Y vos ¿Seguís trabajando en la vidriería de Carlitos?

-¡Por supuesto!, como siempre.. Hay poco trabajo, pero yo sigo firme ahí.

-¿Ves que no me fui? Sé todo Felipe. Sigue todo igual.

-Mirá vos… Nunca te fuiste y resulta que sabés todo. No cambiás más Susi, siempre haciéndote la sabelotodo. Pero a qué no sabías que se murió Don Francisco. Y que el Tomás está en cana por chorro. ¿Y sabías que la Beatriz me dejó por el Luis, ese que se puso el quiosco cuando vos te fuiste?, ¿sabías que la prima Alicia se casó con un viejo ricachón y nunca más supimos de ella? ¿sabías que…? Para qué te voy a decir más cosas… Ahora volvés y te hacés la que conocés de todo. ¡ Por favor! Siempre tuviste pajaritos en la cabeza, Susi. Mejor dame un abrazo y empecemos de nuevo.

-¿Estás loco? Si yo nunca me fui. El abrazo te lo doy igual, pero irme, nunca me fui. Sino, decime cómo seguís acá, contándome novedades que no lo son: Don Francisco debería  tener como 100 años, Tomás con una madre más puta que las gallinas y un padre alcohólico ¿cómo no iba a ir a parar en la cana?, que Beatriz te iba a dejar por Luis, lo sabíamos todos, menos vos. Que Alicia se iba a casar con un viejo ricachón no era noticia para nadie, porque más regalada no podía ser. Sólo apuntaba a eso. Si hasta en la casa sigue todo igual, si hasta… ¡para qué voy a seguir hablando…! No. Felipe. Nunca me fui. Dame el abrazo Felipe querido porque ahora, en serio, no volverás a verme. Pensé que quizás algo había cambiado, tenía la esperanza, qué se yo, esas ideas locas que se me ocurren, pero no. El olor de porquería está igual, lo llevo impregnado y eso nunca, ¡nunca!, te lo puedo asegurar, por más agua de colonia que te pongas, jamás se te va. Siempre estaré, te lo juro.

Te quiero, Felipe.. No sabés cuánto.. Y siempre estoy, aunque no me veas. Hacé de cuenta que no estuve, total, quién te va a creer…

Chau Felipe querido. Chau.

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