sábado, 8 de agosto de 2009

JUSTO AHORA

JUSTO AHORA

 

Susana no tenía ningún rasgo físico destacable. Sus ojos eran un par de ojos, nada más. Se reía muy poco y bajito.

Tenía 29 años y desde los veinte trabajaba en el estudio contable de Ricardo, un pusilánime solterón de 55 años.

Llamaba Ana a Susana, vaya a saber uno el porqué.

 

Susana estaba silenciosamente enamorada de Ricardo, pero era su jefe y ella debía cuidar su trabajo.

Ricardo estaba enamorado de Ana/Susana, pero pensaba que era viejo para ella.

Sólo hablaban de balances e impuestos.

 

Para la Navidad del ’98,  Ricardo compró un pan dulce y una sidra para festejar. Tímidamente brindaron una vez y otra vez. Sin darse cuenta, de repente se estaban besando apasionadamente e hicieron el amor. Para Susana era su primera vez.

 

El 26 de diciembre Susana no fue a trabajar. Tuvo vergüenza.

Ricardo se sentía culpable y no la llamó.

El 27, Ricardo recibió el telegrama de renuncia de Susana.

El 28, el papá de Susana pasó a buscar la liquidación. Su hija trabajaría en otro estudio.

Ricardo, abochornado, simplemente dijo que Susana había sido una excelente empleada.

Justo ahora que sabía su nombre, justo ahora que se había atrevido, justo ahora…era tan tarde.


(Cuento premiado en el Foro del Diario La Nación. La consigna era escribir sobre un romance imposible entre gente común)

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