martes, 11 de agosto de 2009

TE AMO TANTO

TE AMO TANTO…

 

Era amada por razones distintas a las que suponía.

Paulina tenía muy claro que Santiago nunca se hubiera enamorado de ella por su nariz.

-Sos muy linda, tenés un cuerpo espectacular, y el bocho… ¡sos el libro gordo de Petete, con los razonamientos incluidos. ¡Lástima tu nariz!- le dijo Santiago el día de su primer encuentro.

 

Paulina recuerda que antes de irse del boliche, fue al baño a mirarse la nariz. Nada diferente. Ni larga, ni ganchuda, ni demasiado gorda, ni demasiado chata. ¿Por qué habló de su nariz haciendo señas con el  dedo pulgar como si fuera un pintor?

En los días siguientes, la encuesta preferida de Paulina se refería a su nariz. Nadie le encontró defectos en especial. No era perfecta, no. Pero tampoco era para decir que daba lástima.

Fue pasando el tiempo, y la nariz dejó de ser una obsesión, pero ella nunca se olvidó del tema.

Ni el mismo día del casamiento con Santiago se olvidó.

-¿Y mi nariz no será un impedimento para que digas que sí ante el juez?-, le dijo antes de entrar al Registro Civil.

Santiago muerto de risa le dijo a qué venía esa pregunta, si ella era divina.

Paulina en la luna de miel, se dio cuenta que lo de la nariz había sido una de las tantas pavadas que decía Santiago cuando no quería asumir que algo o alguien le gustaba a morir. En realidad lo que amaba Santiago era su inteligencia. La consultaba para todo. Ella tomaba las decisiones. Ella era la que siempre sabía. Ella era la de la cabeza brillante.

Santiago se jactaba ante todo el mundo, de la inteligencia de su mujer.

Pasó el tiempo, y por esas imprevisibles enfermedades que nunca se saben por qué aparecen, Paulina empezó a sufrir de depresión.

Consultaron médicos clínicos, endocrinólogos, psiquiatras, brujos, y demás terapeutas habidos y por haber.

Paulina no se bañaba, no se quería levantar de la cama, no quería leer ni quería hablar. Sus pasiones habían desparecido.

Una noche -una más de las tantas de estar metida en la cama, con el camisón cerrado hasta el cuello, desgreñada, sin querer mirar a nadie-, fue que escuchó una revelación de boca de Santiago.

-Paulina, por favor, volvé a reir. Extraño tu sonrisa, tu alegría de vivir. Me enamoré de vos por esos dientes blancos que me mostraban tu sonrisa, abierta, amplia, generosa, que se brindaba a todos, a mi.

No soporto tu tristeza Paulina, sonreí, por favor…. Yo te amo tanto…

 

 

4 comentarios:

  1. final abierto?
    los prefiero cerrados... dale acá falta un montón!

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  2. El cuento esta más que cerrado. La mina se canso de ser el sostén del tipo. Vamos a ver si realmente la ama tanto y se ocupa de ella.

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  3. yo creo que la clave esta en la primera frase del cuento, en todo caso que cada uno interprete lo que quiera, eso esta bueno también.

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  4. Me quede con las ganas de saber el final del cuento, Gracielita piensalo para volverlo a leer, o acaso nos lo esta dejando asi para que cada uno le demos un final?

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