LA MANO
Los padres de Ana, habían tomado una decisión: salvar a su única hija. El dolor de estar separados era preferible a pensar que los nazis la violaran o la mataran. Gastaron sus únicos ahorros en conseguir la falsificación del documento, en el pase para el viaje en tren a Italia y en el pasaje del barco que la llevaría sana y salva a Argentina.
Una mañana, la nieve cubrió toda la ciudad, dejándola tristemente blanca. Los disparos alemanes eran el sonido aterrador y rítmico de Poznan.
Ana llegó a la estación de tren y sus padres sin derramar una sola lágrima, le prometieron alcanzarla.
El tren arrancó. Con deseperación quiso mirar una vez más a sus padres, pero la nieve se lo impidió. Sólo la mano de su madre, limpiando angustiosamente la ventanilla, le quedó como recuerdo.
Nunca más los volvió a ver.
En recuerdo de la mamá de Renata
(Este cuento fue premiado en La Nación en el año 2005)
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ResponderEliminarMuy bueno... Gracias por dedicárselo a mi mamá! Al leerlo me conmovió pensar en lo cíclica que puede llegar a ser la vida. Un beso grande!
ResponderEliminarTu abuela siempre contaba que lo último que recordaba era la mano de su madre saludándola en medio del frío y la nieve. El resto fue toda una versión libre. Y es verdad, el mundo gira y gira y los ciclos pasn y se repiten. Un beso enorme.
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